Prohíben el “Gagá” en SPM durante Semana Santa; manifestación religiosa-cultural que se celebra en RD

Por Abraham Montero

SANTO DOMINGO, 11 de abril, 2022 (ADPRESS). Cientos de personas se quedarán esta Semana Santa sin disfrutar y bailar en las calles el contagioso y tradicional “Gagá” en San Pedro de Macorís, debido a que el Ministerio de Salud Pública lo prohibió.

Las autoridades de San Pedro de Macorís prohibieron este lunes la celebración del “Gagá” durante el largo asueto de la Semana Mayor en el casco urbano de la ciudad, alegando que con ello se busca evitar agresiones y muertes.

La información la dio a conocer el director provincial de Salud Pública, Juan Ramón de los Santos, quien aseguró que no ha sido una decisión personal, sino un acuerdo entre todas las autoridades municipales.

“El gagá no puede estar en la ciudad, todos los años se está prohibiendo esa celebración dentro de la provincia, por los problemas que acarrean esas actividades”, sostuvo.

De los Santos explicó que con esto buscan evitar “los pleitos y la violencia”, ya que cada vez que se realizan este tipo de actividades varias personas resultan afectadas o muertas.

Precisó que, así como no habrá tránsito de vehículos pesados que circulen dentro de la ciudad durante la Semana Mayor, estarán evitando que se derrame sangre producto de las celebraciones de estas actividades.

“En cada entrada de la ciudad habrá militares asignados para que prohíban el paso a esas personas. Fuera de la ciudad ellos pueden realizar su celebración, como en los bateyes, pero no en el casco urbano, porque además obstaculizan el tránsito”, agregó.

Tradicionalmente, en Semana Santa en algunas ciudades y bateyes cañeros del país se producen manifestaciones del baile de “Gagá”, cuyos protagonistas regularmente en su mayoría son de nacionalidad haitiana.

Más allá de las clásicas procesiones cristianas de Semana Santa, en República Dominicana se celebra por estas fechas otro ritual religioso, esta tradición que proviene de los habitantes de las islas británicas caribeñas y del vecino Haití, donde se mezclan catolicismo y vudú, y cuyos bailes y música transportan al espectador neófito hasta tierras africanas.

El gagá, originalmente rará, es una manifestación musical de danza con contenido religioso que comenzó a escenificarse a principios del siglo XX en los ingenios azucareros dominicanos, conocidos como bateyes, por parte de los inmigrantes haitianos que trabajaban y vivían en esos entornos rurales.

Mayores, reinas, músicos, presidente, padrinos y bailadores, personajes propios del rito, van ataviados con prendas coloridas, que inicia el ceremonial el Jueves Santo por la noche.

La música, procedente de instrumentos artesanales de percusión y viento, marca la pauta en todos los rituales y recorridos, que se prolongan hasta el Domingo de Resurrección en distintos emplazamientos de La Romana, San Pedro de Macorís, Consuelo o Santo Domingo Este.

El Jueves Santo es el levantamiento de la silla, ritual consistente en la reconfirmación de los compromisos o promesas de los participantes, adquiridos por períodos de tres a siete años, y que se desarrolla en torno a un palo ceremonial.

 Ya cerca de la media noche se hace el bautizo de todos los elementos (vestuario, instrumentos) que se van a utilizar en los recorridos del Gagá por una serie de puntos previamente establecidos, en una procesión llena de ritmo y cánticos.

De acuerdo a folkloristas, todas estas ceremonias se hacen Biblia en mano, rezando oraciones como el Ave María o el Padre Nuestro. Puro sincretismo religioso entre tradiciones procedentes de África y de España, que forman parte del folclore del país, y donde se exhibe una especial devoción por la Virgen de la Altagracia, madre espiritual de los dominicanos.

En los rituales Gagá, algunos de sus protagonistas llegan al trance, gracias, en parte, a la ingesta de ron, que también anima a los asistentes a caminar por el fuego, o a jugar y golpearse con afilados machetes entre baile y baile, incluso durante los mismos.

Sin embargo, antes de que todo eso ocurra hay que hacer una serie de preparativos. El Martes Santo “se prepara la magia del Gagá”, un “baño de protección” que se hace a base de hierbas recogidas en bosques, aguas con distintas propiedades y otra serie de elementos que se mezclan durante una ceremonia, según el relato del costumbrista.

Se trata de un ritual mucho más íntimo que los que se celebran a partir del Jueves Santo, y consiste en unos cantos devocionales a deidades y a santos, mientras tres o cuatro personas van majando los ingredientes, rítmicamente y de forma simultánea, en un pilón.

Terminadas “las invocaciones a las deidades, el baño protector se mantiene en el altar de celebración hasta la madrugada del Viernes Santo”, momento en el que se aplica la magia del Gagá y se inician los recorridos fuera del batey o barrio donde se ubica el tabernáculo ceremonial, al que se vuelve en la medianoche del Domingo de Resurrección, apuntó Mármol.

Los inicios rurales del Gagá también han ido dando paso a celebraciones urbanas, al extenderse este ritual más allá de los límites de los bateyes, así que es posible ver a comitivas procesionando por algunos barrios, a donde llevan la parte más festiva del rito, tal y como ocurre con el gagá de San Luis en Santo Domingo Este, lugar que en su origen fue un batey.

Muchas personas de fuera no comprenden ese sincretismo, existen “prejuicios y tabúes, o la creencia de que las religiones populares son diabólicas”, apuntó Mármol, quien destacó la complejidad del asunto, puesto que el Gagá “no es sólo irse a recrear, es un compromiso, una promesa” revestida de folclore y fe.