«Metro de la frustración: Estación Mamá Tingó colapsa cada mañana»

Prometido como un símbolo de modernidad y solución al caos vehicular, el Metro de Santo Domingo está dejando a muchos con más frustraciones que beneficios. La estación Mamá Tingó, al norte de la capital, es un ejemplo crítico: el colapso matutino es ya parte del paisaje diario.
Desde las 6:50 a.m., miles de personas convergen en dos filas interminables: una para recargar la tarjeta, otra para abordar el tren. “Hay días que no puedo ni entrar al tren por la cantidad de gente. Me toca esperar dos o tres viajes”, dice Fiordaliza Peña, trabajadora doméstica.
El problema no es nuevo, pero se ha agravado con el aumento poblacional y la falta de respuesta institucional. La OPRET ha guardado silencio, mientras los ciudadanos sufren los efectos de un sistema que no está dando abasto.
“Esto no es eficiencia, es sobrevivencia”, resume Luis Rosario, estudiante universitario. “Lo que más me frustra es que nadie parece vernos.”
La situación demanda una intervención urgente. Más personal, más trenes en hora pico, más acceso digital y, sobre todo, una estrategia clara de movilidad urbana que piense en la gente. Porque el metro no solo debe moverse rápido, también debe mover dignamente.





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