Los ataques de Trump a las universidades

Por: Esther Hernández-Medina

Trump ataca a las universidades en EEUU porque fomentan el espíritu crítico y la libertad de pensamiento necesarios para que la democracia funcione. Pero la academia finalmente ha empezado a reaccionar.

“La universidad no va a renunciar a su independencia ni ceder sus derechos constitucionales. Ni Harvard ni ninguna otra universidad privada puede permitirse el ser controlada por el gobierno”. Alan Garber, rector Universidad de Harvard.

El domingo pasado estuve en una de mis actividades favoritas del año: la graduación de Pomona College, la universidad en la que trabajo en California. En una columna anterior les conté de la ceremonia y lo mucho que representa para mí, especialmente por la forma en que refleja las comunidades diversas de las que vienen mis estudiantes. Nuevamente me gocé las risas compartidas con mis colegas mientras esperábamos que iniciara la graduación. Nuevamente aplaudí hasta más no poder mientras las y los estudiantes desfilaban y hasta les tomé fotos a quienes estuvieron en mis clases. Nuevamente me llené de orgullo desfilando también con el resto de profesores y profesoras mientras las familias nos aplaudían agradecidas por nuestra labor educando a sus hijas e hijos. Y nuevamente disfruté sentarme con mis colegas en el escenario detrás de las autoridades de la universidad y de frente al público, una costumbre hermosa que simboliza el rol crucial del profesorado como parte del sostén de la misión de la universidad.

Más aún, disfruté enormemente ver a una de mis estudiantes, Kara Mickas, ser parte del grupo de siete estudiantes en ganar el premio a la excelencia académica de Pomona y a una de mis colegas, la profesora J Finley, quien fue del grupo de docentes que recibió el Wig Teaching Award, el premio a la excelencia en la enseñanza, el más prestigioso de la universidad. Durante el resto de la ceremonia me alegraba cada vez que llamaban al escenario a mis estudiantes y también pensaba en la estudiante dominicana Ana Isabel Hernández quien había hecho lo mismo el día anterior en Pitzer College, una de las universidades hermanas de Pomona. (No pude asistir a la graduación de Ana Isabel pero sabía que estaba muy bien acompañada con las 20 personas de su familia que vinieron a celebrar con ella. Ya ustedes saben, ¡plátano power en acción!). Las disfruto siempre porque las graduaciones simbolizan los triunfos de Ana Isabel y de mis estudiantes y las puertas que abren las universidades especialmente para los grupos marginados.

Pero en esta ocasión todo tenía un doble significado para mí. Aunque no lo dijera, no podía dejar de pensar (y estoy segura de que otras personas también) en el genocidio en Gaza porque la graduación del año pasado se hizo en otro recinto debido a las más que justificadas protestas estudiantiles. También pensaba en lo diferente que es el contexto en el que hacemos nuestro trabajo bajo los ataques y las amenazas constantes de representantes del Estado, algo que no se había visto en EEUU desde la caza de brujas encabezada por el senador John McCarthy y el FBI en los años ‘50 y ‘60.

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