Latin King’s: Tribus urbanas desde la perspectiva del Trabajo Social
Dr. Ángel Pichardo Almonte

Asistí como invitado especial a una Universal 360 organizada por la nación Latin king, dicho evento fue celebrado en un pueblo del interior del país y tuve la dicha de asistir con la entusiasta compañía de mi hijo Angel Wilfredo. Nos permitieron estar como observadores durante toda la actividad.
Los Latin Kings, empezaron como una organización social de inmigrantes dedicada a la mejora de las condiciones de vida de la comunidad y asistiendo solidariamente a toda personas que lo necesitasen.
Fue fundada en Chicago en la década de 1940. En esa década la organización comienza a asociarse con todas las minorías inmigrantes del área de Chicago Illinois, siendo la mayor parte de sus componentes de procedencia latinoamericana, entre ellos puertorriqueña y mexicana.
Para los Latin Kings uno de sus principales objetivos consistía en expandirse por todas las ciudades de EEUU, escenario de grandes situaciones de discriminación con personas de procedencia latinoamericana, dando amparo y protección a los miembros, en muchos casos, migrantes recién llegados al país y que no tenían familiares ni a nadie en quien apoyarse en su nuevo destino.
Un gran momento de expansión por todos los EEUU ocurrió en los años 70 y la misma, según resaltan, comenzó a ser dominada por personas señaladas en actividades ilegales, vinculándoles a redes de narcotráfico. Esta situación contribuyó a promover los prejuicios que todavía imperan en muchos lugares, a pesar del esfuerzo que realizan sus líderes actuales para resaltar la verdadera fundamentación social de esta organización.
Se reivindican a Felix Millet y Maximiliano Suárez como los creadores del Almighty Latin King and Queen Nation (A.L. K. Q. N) y crearon El Manifiesto, donde juntaron todas las reglas de comportamiento para sus integrantes.
Los Latin Kings son una realidad en los barrios y pueblos de la República Dominicana, y debe ser tarea de la academia, en este caso del Trabajo Social, encaminarse a la caracterización de estas situaciones que no solo involucran a jóvenes, sino también, a personas mayores de distintos estratos sociales. Según un reporte presentado en la prensa nacional, la policia da cuenta que alrededor del “40% de las personas que participan en pandillas y naciones tienen 40 años o más”.
Se hace preciso conocer a profundidad, entre otras cosas, las diferencias entre banda, pandilla y nación, en el caso de la nación; las características de las personas que la integran, el sentido de pertenencia que los hace sentirse parte de una familia, los códigos de comportamiento, así como también sus rituales y procesos de captación.
Estudiar estos fenómenos desde la perspectiva del Trabajo Social aportaría a profundizar e ir comprendiendo a quienes participan de la nación, caracterizando la búsqueda del sentido de pertenencia, respeto a sus sentimientos en estos espacios, aceptación y reconocimiento, sino social, en su tribu en particular.
Las tribus urbanas desde la sociología y antropología se les ubica en la llamada “subcultura”, que poseen, entre otras cosas, códigos, formas de relacionamiento, prendas de vestir y ciertos símbolos identitarios que las hacen características de un grupo específico diferente de la sociedad normatizada y la llamada cultura hegemónica.
Por otro lado, es preciso superar los enfoques psicológicos que parten de que todos los miembros de una nación necesitan ayudas psicológicas, evitar los términos de que “hay que encarrilarles”, sin tener una aproximación clara de sus particularidades, y sobre todo, contribuir a delimitar el genérico maleante que muchas veces es utilizado para criminalizar a todos sus integrantes.
Se hace necesario comprender que no todo el que comete un crimen pertenece a una nación, ni la pertenencia a una nación les hace criminales. La juventud de los barrios marginados al ser estigmatizada es víctima de la discriminación, la falta de oportunidades, y en muchos casos, estos jóvenes “marcados” por la sociedad son las principales víctimas de la violencia policial.
La simplificación del entramado sociocultural y de los estereotipos de una nación contribuyen a distraer las respuestas sistémicas que amerita el tema de la violencia social y al mismo tiempo, impide la comprensión multifactorial del fenómeno mismo y de la seguridad ciudadana.
El camino de la estigmatización, generalización y discriminación ha evidenciado ser equivocado, se precisa romper con los estereotipos de que todo joven que busca asociarse a una nación es un delincuente o antisocial.
En el caso de la juventud, es menester reconocer que producto de la indefensión y la falta de oportunidades muchos jóvenes no encuentran otra alternativa que la de agruparse en un espacio donde se sienten acogidos, valorados y respetados. Además debe reconocerse el derecho y la inclinación que tenemos los seres humanos a pertenecer a espacios de integración y participación y que estas experiencias deben darse dentro del marco del respeto y la buena convivencia. Respetar sus códigos, comprenderles y buscar formas de canalizar sus deseos de ser parte de una familia que les acoge, debe incluirse en cualquier abordaje que pretenda hacerse desde las ciencias sociales.
Se hace preciso además, analizar las historias de vida de los componentes de una nación, lo que permitiría reconocer las formas en que estas personas buscan “ganarse” el respeto, comprender también, el entramado de violencia de la que son víctimas y reproductores. Aportar desde la sociología y el trabajo social, a hacer conciencia de que no basta con la generalización, la persecución y el rechazo, sino, que se requieren los abordajes adecuados para lograr la integración social y la participación activa de estos componentes en la búsqueda de las soluciones a los problemas que les aquejan.
He aprendido que respetar la diversidad permite granjearse respeto y confianza que facilita el acercamiento seguro a estos espacios de organización en nuestra sociedad.
Al ser invitado como académicos externos a este tipo de actividades, se suele pensar que pueden resultar peligrosos, lo ocurrido en aquel remoto lugar sirve para desmontar cualquier prejuicio que se pueda tener con relación a los Latin Kings. Y es que desde el recibimiento, caracterizado por mucho respeto, hasta la forma en cómo se organizaron y distribuyeron las funciones de toda la actividad, las oraciones que, en el caso observado con los Latin Kings, siempre ponían a Dios sobre todas las cosas. Son evidencias fieles de que esta gran organización cuenta con un estricto código de disciplina y buen estilo de hacer las cosas.
Es preciso resaltar los valores promovidos en los discursos que los diferentes “coronas” ofrecían a las personas asistentes, todos recalcaban la importancia de la unión, el respeto a Dios, a la naturaleza y a todas las demás personas. Reconocen que algunos “hermanitos” se dejan arrastrar por la violencia, frente a esto, se hicieron llamado a la atención y la propuesta de no dejarse provocar frente a otros grupos y sumarse e invitarles a trabajar por sus comunidades.
Así como el Trabajo Social ha sabido integrarse y aportar a la búsqueda de soluciones en muchos problemas que aquejan a la sociedad, se tiene el gran reto de introducirse y conocer, desde la confianza mutua, a estas formas de organización de los jóvenes en los barrios y pueblos, para aprender y aportar a su crecimiento permanente, su visión de humanidad y sobre todo, que desde allí, en alianzas de respeto a la diversidad y formas de organización, se construyan comunidades unidas que busquen la prosperidad y el desarrollo colectivo.
Por mi parte me sentí honrado de ser testigo del 360 realizado por “hermanos y hermanas” pertenecientes a los Latin King de la República Dominicana. El destello de buena energía, confianza y disciplina corroboran mi humilde apreciación.
En respeto a la “Todopoderosa Nación de los Latin King”, les saludos.
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