Estudio revela gases tóxicos de Punta Catalina causan daño a los pulmones y muertes prematuras

SANTO DOMINGO, 06 de abril (ADPRESS). En la segunda jornada explicativa de los resultados del estudio sobre la contaminación de la Central Termoeléctrica Punta Catalina (CTPC), se concluyó que, desde el punto de vista ambiental, la central “está fatalmente atrapada entre las altas emisiones de gases y micropartículas arrojadas a la atmósfera por la chimenea, y la incesante creación de enormes montañas de cenizas tóxicas”.

El profesor Marcos Rodríguez expuso sobre los resultados de la investigación realizada sobre la composición química de las montañas de cenizas de la termoeléctrica y los riesgos de estos residuos tóxicos de contaminar aire, suelo y agua del entorno, mientras que Milton Martínez explicó los impactos en los cultivos y suelos por las emisiones aéreas de gases y micropartículas y por efecto de las cenizas.

Afirmó que, desde septiembre, un grupo de expertos nacionales e internacionales, de instituciones académicas y científicas de varios países, el Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNLCC, y el Instituto de Abogados para la Protección del Medio Ambiente, INSAPROMA, realizan el estudio sobre esa contaminación.

Los expertos Rodríguez y Martínez destacaron la estrecha relación existente entre las emisiones de gases y micropartículas y las cenizas de Punta Catalina, explicando que, los contaminantes producidos por la combustión del carbón que no son retenidos en las cenizas, salen al aire y terminan en los pulmones de la población, causando enfermedades y muertes prematuras.

Observaron que para que CTPC pueda retener la mayor cantidad de micropartículas en las cenizas y no salgan por la chimenea, requiere del uso de una gran cantidad de cal viva para que se mezcle con los residuos de la combustión del carbón.

Plantearon que, como resultado de la generación y depósito en grandes volúmenes a la intemperie de estas cenizas, se produce contaminación con metales pesados del aire, del suelo y del agua superficial y subterránea, de los cultivos y, por la gran concentración de la cal en estos residuos, se está provocando el cambio del PH de los terrenos, lo que conlleva una reducción de la fertilidad y de la productividad de los suelos.

Observaron que la reducción o eliminación de la cal en los residuos finales de Punta Catalina para que no afecten los terrenos o para que las cenizas volantes de carbón eventualmente puedan utilizarse para fines industriales, como la fabricación de cemento, incrementarían exponencialmente las emisiones por la chimenea de las micropartículas a la atmósfera.

Dijeron que esta situación ocurrió entre febrero y mayo del año pasado 2021, cuando se desmontó el sistema de control de seguridad del aire, AQSC, para reducir o suprimir el uso de cal, produciéndose espesas nubes tóxicas estacionadas a baja altitud sobre la ciudad de Baní, y en la zona comprendida entre ésta y la termoeléctrica.

“Punta Catalina a carbón mineral nunca debió haberse construido, fue una muy mala idea porque el impacto negativo que está generando es catastrófico a mediano y largo plazo en términos de salud y de medio ambiente, especialmente en calidad de aire, contaminación de suelo y agua, además de arruinar la producción agrícola de la zona”, aseguraron.

Pasivo ambiental perenne

En su exposición, el profesor Rodríguez, reiteró y detalló el resultado de los análisis de las cenizas de Punta Catalina realizado por la Universidad de Duke, de Carolina del Norte Estados Unidos, el que determinó que estos residuos son tóxicos, conteniendo unos 14 metales pesados, todos dañinos a la salud.

Informó que en menos de tres años, se han creado tres inmensas montañas de cenizas que contienen alrededor de 600 mil toneladas de estos residuos, y se proyecta que, en los treinta años de vida útil de la planta habrá en el lugar unas treinta montañas del tamaño de las actuales que miden el equivalente de un edificio de ocho pisos y una extensión de varios campos de pelota, con una carga de alrededor de 6 millones de toneladas de cenizas tóxicas.

“El estudio comprobó que en el lugar donde están ubicadas las cenizas se dan todas las condiciones para que los metales pesados y otras sustancias tóxicas que contienen, contaminen el acuífero de Valdesia, uno de los más grandes de la isla y que alimenta de agua al Gran Santo Domingo con una población de 2,731,294 habitantes. Es sólo cuestión de tiempo”, apuntó.

Añadió que también facilita que estas cenizas contaminen con metales pesados el entorno, su cercanía a la costa, a unos dos mil metros, por donde cada año transitan los hidrometeoros, como vaguadas, tormentas y huracanes durante la temporada ciclónica.

Igualmente mencionó como otro factor de riesgo de contaminación, el hecho de que tanto las instalaciones de CTPC como las montañas de cenizas están ubicadas en una zona sísmicamente activa, con fallas tectónicas y regionales activas, que atraviesan el área en dirección Noroeste-Sureste con áreas de eventos históricos devastadores, lo que permite establecer que las magnitudes sísmicas esperadas son del orden de M=7.0 R.

La ruina de la agricultura

El profesor Milton Martínez puso de relieve en su exposición que el mayor daño que está produciendo la central termoeléctrica en términos sociales y económicos, es acabar de arruinar la producción agrícola del llano costero de Peravia, de suelo arable en más de 60% e irrigado por un canal de 6 m3/segundo, “una zona agrícola que una vez fue considerada la más eficiente de la República Dominicana”.

Reveló que por causa de Punta Catalina y sus impactos aéreos y por sus cenizas tóxicas, toda la franja costera mencionada, que comprende más de 7 mil explotaciones agrícolas y pecuarias, la mayoría entre 8 y 80 tareas, que han llegado a totalizar más de 160 mil tareas dedicadas a la producción intensiva de alimentos y empleos incluyendo varias agroindustrias está bajo amenaza y riesgo de desaparecer.