Claves del cónclave de 2013 y elección del Papa Francisco

El anuncio sorpresivo de la renuncia de Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013 creó una situación sin precedentes. Fue el primer Papa en renunciar desde la Edad Media, un hecho que «aturdió» a la Iglesia católicaguardian.co.uk. En su carta de renuncia, Ratzinger explicó que por su “edad avanzada” ya no tenía fuerzas para continuar con el ministerio petrino. El inesperado anuncio desató especulaciones en medio de una “tormenta mediática de escándalos” en el Vaticano. Ya se hablaba de conflictos internos –los llamados “camarillas”–, filtraciones de documentos (Vatileaks) y manejos financieros poco claros. La dimisión provocó conmoción tanto en los fieles como entre los cardenales, que llegaban a Roma en un clima de incertidumbre y expectaciónguardian.co.uk
Retos de la Iglesia en 2013
En ese momento la Iglesia afrontaba retos muy graves. Los continuos escándalos de abusos sexuales contra menores habían minado la credibilidad de la institución, y muchos pedían medidas drásticas de transparencia. También pesaban los problemas financieros: tras las filtraciones internas, se exigía reformar la Curia romana y mejorar la rendición de cuentas. Al mismo tiempo, la Iglesia intentaba responder a un mundo cada vez más secularizado y plural, donde disminuía el número de fieles en Europa y crecían otras confesiones (evangélicos, ortodoxos, etc.). En resumen, los temas de credibilidad, abuso, corrupción y la necesidad de una renovación interna dominaban las discusiones previas al cónclave.
Cardenales considerados “papables”
Antes de empezar las votaciones, la prensa internacional señaló varios favoritos. Entre ellos figuraban cardenales europeos consolidados: Angelo Scola (arzobispo de Milán) y el brasileño Odilo Scherer (arzobispo de São Paulo), considerados por muchos como líderes en las papeleta También se mencionó al canadiense Marc Ouellet (prefecto para los Obispos en el Vaticano) y al austríaco Christoph Schönborn (arzobispo de Viena)guardian.co.uk. En América hubo nombres como Sean O’Malley (arzobispo de Boston), visto como el “candado de la limpieza” por su trabajo contra los abusos, o Timothy Dolan (Nueva York), carismático y cercano a los conservadores norteamericanos. En síntesis, la lista de papables era amplia e internacional, aunque los medios destacaban especialmente a Scola y Scherer como primeros lugares.
Perfil del cardenal Jorge Mario Bergoglio
Jorge Mario Bergoglio era un cardenal argentino de 76 años, de origen humilde y formación jesuita. Arzobispo de Buenos Aires desde 1998, era conocido por su estilo austero: vivía en un modesto apartamento, cocinaba su propia comida y usaba transporte público para moverse por la ciudad. Él mismo solía repetir que «mi gente es pobre y yo soy uno de ellos», reflejo de su cercanía con los sectores populares. Sus colegas le atribuían un perfil de estratega metódico: lo llamaban en broma “un político con sotana” por su eficacia administrativa. Al tiempo, Bergoglio había mantenido posiciones firmes pero equilibradas ante los gobiernos argentinos: ni cálido aliado de los Kirchner ni opositor radical, lo que le daba imagen de moderación. En definitiva, antes del cónclave era un pastor muy querido en Latinoamérica, un jesuita que hablaba de misericordia y evangelización de las periferias
¿Por qué fue elegido como Papa?
Analistas y cardenales atribuyeron su elección a varios factores. Se le veía como el candidato ideal para impulsar un cambio de rumbo centrado en la misericordia y la cercanía a los pobres. De hecho, Bergoglio había causado una profunda impresión en el pre-cónclave con su discurso en cuatro puntos: insistió en que la Iglesia debía “salir de sí misma hacia las periferias, y criticó la autoreferencialidad clerical. El programa de gobierno que presentó fue interpretado por algunos como el motor de su elección: los cardenales votaron inspirados en “un signo de la misericordia divina. Otra razón de peso fue su carácter de consenso. Ningún grupo lo tenía como bandera: era considerado doctrinalmente fiel pero pastoralmente fresco, lo que le permitía tender puentes entre liberales y conservadores. Además, su condición de primer líder latinoamericano y primer jesuita en el pontificado se vio como un mensaje de renovación global. Al asumir, eligió el nombre Francisco en honor a San Francisco de Asís, gesto interpretado como un símbolo claro de humildad y compromiso con los pobresl. Su sencillo saludo inicial –pidiendo a los fieles que rezaran por él antes de bendecirlos– corroboró el estilo austero y cercano que prometía adoptar
Desarrollo del cónclave de 2013
El cónclave comenzó el martes 12 de marzo de 2013 por la tarde con 115 cardenales electores. Durante dos días se sucedieron votaciones a puerta cerrada en la Capilla Sixtina. Tras cinco rondas de escrutinio, la tarde del miércoles 13 de marzo salió humo blanco: a las 19:05 (hora de Roma) el comité anunció que Jorge Mario Bergoglio era el nuevo Pontífice. En la quinta votación Bergoglio obtuvo 85 votos frente a 20 de Scola, superando ampliamente el mínimo requerido. Al día siguiente se trasladó a su residencia en el Vaticano como Papa emérito. El domingo 17 de marzo fue oficialmente entronizado en la basílica de San Pedro. Su primera aparición pública ante miles de fieles fue sencilla: el flamante Papa Francisco salió al balcón central, pidió a la multitud que rezara por él y les impartió la bendición apostólica. Este conclave breve pero histórico marcó el inicio de un nuevo capítulo en la Iglesia, con un líder sorprendente dispuesto a reformarla desde la pobreza y la apertura al diálogo
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