«De aliado a outsider: Elon Musk, marginado por Trump en una reunión cargada de tensión política y personal»

El ambiente en el Despacho Oval fue tenso y simbólico. El presidente Donald Trump comunicó directamente a Elon Musk su decisión de prescindir de su influencia como asesor informal, una figura que el magnate había ocupado durante los últimos meses con creciente protagonismo. La conversación, que se dio el viernes bajo estricta reserva, puso fin a una etapa de colaboración política y empresarial marcada por encuentros estratégicos, guiños públicos y una afinidad ideológica pragmática.
Musk, que se presentó como un actor clave en la lucha contra la “censura digital” y un defensor del discurso libre desde su adquisición de X, respondió con frialdad controlada. «Espero seguir siendo el amigo y el asesor del presidente», dijo, en una declaración que denotaba más deseo que realidad. El empresario también desestimó las recientes acusaciones sobre su presunto consumo de drogas, que han sido tema de debate mediático y preocupación en esferas políticas y empresariales.
La Casa Blanca, por su parte, ha evitado confirmar públicamente la ruptura, pero varias fuentes internas confirmaron que Trump ha decidido distanciarse de Musk debido a lo que describe como “comportamientos erráticos” y una creciente presión de su equipo de campaña, preocupado por el efecto que la figura de Musk podría tener entre votantes moderados e independientes.
El despido simbólico de Musk no solo implica una separación personal, sino que abre un nuevo capítulo en la relación entre poder político y poder tecnológico en Estados Unidos. La exclusión del empresario podría tener implicaciones de largo alcance: desde la política de moderación de contenidos en redes sociales hasta el papel de las grandes corporaciones tecnológicas en las campañas presidenciales de 2024 y más allá.





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