«Formar Innovadores, No Solo Graduados: El Desafío Universitario del Siglo XXI»

La innovación marca el ritmo del mundo actual. Fomentarla desde las aulas es esencial para formar profesionales capaces de construir sociedades más sostenibles, resilientes y autosuficientes. En este contexto, las instituciones de educación superior asumen un rol crucial: cultivar la creatividad, el pensamiento crítico y el espíritu emprendedor entre sus estudiantes, y proyectar su potencial inventivo hacia soluciones con impacto real.
Pero, ¿cómo se traduce esta misión en acciones concretas?
Para el arquitecto Jesús D’Alessandro, director de la Escuela de Arquitectura y del Instituto de Diseño para los Trópicos (IDT) de la Universidad Iberoamericana (Unibe), el camino hacia una formación universitaria orientada a la innovación comienza con tres claves fundamentales: “Primero, no se trata de integrar personal para que innove, sino de integrar personal que ya innova. La diferencia en los resultados es significativa. Luego, es esencial formalizar y estandarizar las mejores prácticas. Y, por último, incorporarlas directamente en el aula”.
D’Alessandro, urbanista, académico e investigador con dos patentes registradas, conoce de primera mano el vínculo entre la academia y la invención. Bajo su liderazgo, Unibe ha impulsado un modelo educativo que prioriza la innovación, el emprendimiento y la investigación aplicada. En la última década, la universidad ha fortalecido su ecosistema de investigación para generar conocimiento relevante en múltiples disciplinas.
Un hito clave fue la creación, en 2021, del Hub de Investigación e Innovación, que ha facilitado el desarrollo de estudios transdisciplinares y consolidado una cultura investigativa en la institución. Este enfoque ha permitido concebir soluciones innovadoras con verdadero impacto social.
Actualmente, Unibe cuenta con tres patentes registradas: un perno intrarradicular con forma de ancla desarrollado por el Centro de Investigación en Biomateriales y Odontología (CIBO-Unibe), y dos proyectos originados en la Escuela de Arquitectura: un domo desplegable de triángulos rectángulos y un sistema modular de jardín vertical.
“Estas experiencias son una fuente de inspiración para docentes, investigadores y estudiantes. Son prueba de que una idea bien trabajada, con rigor y perseverancia, siempre da frutos”, asegura D’Alessandro. “En el peor de los casos, se obtiene una valiosa experiencia para futuros proyectos. En el mejor, una innovación protegida por patente”.
El académico también ofrece consejos prácticos para los estudiantes que aspiran a transformar sus ideas en productos o servicios patentables: cuestionar sus propias propuestas, ser receptivos a la crítica, tener paciencia, aceptar los errores como parte del proceso y ser discretos con sus ideas. Y les lanza una invitación particular: “Amen las ferreterías. Allí pueden imaginar nuevas formas de usar herramientas y materiales comunes. También lleven sus problemas de diseño a pasear. Cambiar de entorno refresca la mente y estimula la creatividad”.
Patente verde: innovación sostenible desde la arquitectura
En abril de 2025, Unibe sumó una nueva patente a su portafolio: un sistema modular de jardín vertical ideado por la Escuela de Arquitectura y el IDT. Se trata de un conjunto de recipientes ensamblables mediante pasadores, pensados para alojar plantas comestibles u ornamentales, y que permiten construir estructuras autoportantes.
Este sistema no solo representa una alternativa estética y funcional para espacios urbanos; también ofrece beneficios ambientales significativos, como la mejora de la calidad del aire, la reducción del ruido y la regulación de la temperatura en las ciudades.
Innovar, concluye D’Alessandro, no debe ser un ejercicio de conveniencia. “No se emprende porque algo parezca fácil, sino porque vale la pena hacerlo”.
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